viernes, 22 de agosto de 2014

El efecto invernadero


El efecto invernadero se basa en el hecho de que concentraciones crecientes de dióxido de carbono, principalmente y junto con otros gases (N2O, CH4 y clorofluorocarbonos (CFC), resultantes de las actividades humanas, pueden causar cambios climáticos al verse afectada la temperatura superficial de la Tierra.

El efecto invernadero procede de la interacción entre la cantidad creciente de CO2 y la radiación que escapa de la Tierra. La mayor parte de la radiación solar incidente, compuesta por muchas longitudes de onda, no llega a la superficie de la Tierra. El ozono atmosférico filtra la mayor parte de la radiación ultravioleta, mientras que el vapor de agua y el CO2 atmosférico absorben buena parte de la radiación infrarroja, que se puede detectar en la piel en forma de calor. Como resultado, casi toda la luz que llega a la superficie se halla en la gama del visible.

Aumento de la temperatura global (año/temperatura media)
Aumento de la temperatura global (año/temperatura media)

Aproximadamente la tercera parte de la luz que llega a la superficie terrestre, vuelve a reflejarse hacia el espacio. La mayor parte de los dos tercios restantes es absorbido por materias inanimadas, tales como rocas, cemento, etc. Esta luz absorbida vuelve a emitirse en forma de radiación infrarroja, cuando la tierra se enfría. La luz de estas longitudes de onda más largas es absorbida por el CO2 atmosférico, liberándose calor, que hace subir la temperatura de la atmósfera. El CO2 se comporta, en realidad, como un filtro de un solo sentido, permitiendo que pase la luz visible en una dirección, pero impidiendo que la luz de una longitud de onda mayor se desplace en sentido opuesto. 


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