La ciencia intenta explicar los fenómenos recientes y sin explicación, creando modelos matemáticos que correspondan con los resultados experimentales. Tecnología e ingeniería constituyen la aplicación del conocimiento obtenido a través de la ciencia, produciendo resultados prácticos. Los científicos trabajan con la ciencia y los ingenieros con la tecnología. Sin embargo, existen puntos de contacto entre la ciencia y la ingeniería. No es raro que los científicos se vean implicados en las aplicaciones prácticas de sus descubrimientos, y de modo análogo, durante el proceso de desarrollo de la tecnología, los ingenieros se encuentran a veces descubriendo y explorando nuevos fenómenos.
La ingeniería es el compendio de conocimientos y técnicas científicas aplicadas a la invención, perfeccionamiento y utilización de técnicas para la resolución de problemas que afectan directamente a la sociedad en su actividad cotidiana. En ella, el conocimiento, manejo y dominio de las matemáticas, la física y otras ciencias, obtenido mediante estudio, experiencia y práctica, se aplica con juicio para desarrollar formas eficientes de utilizar los materiales y las fuerzas de la naturaleza para beneficio de la humanidad y del ambiente.
Pese a que la ingeniería como tal (transformación de la idea en realidad) está intrínsecamente ligada al ser humano, su nacimiento como campo de conocimiento específico está unido al comienzo de la revolución industrial, constituyendo uno de los actuales pilares en el desarrollo de las sociedades modernas.
La Ingeniería Química es la aplicación de la ciencia química, física, biología y matemática, al proceso de convertir materias primas o productos químicos en productos más útiles, aprovechables o de mayor valor. Se dedica al estudio, síntesis, desarrollo, diseño, operación y optimización de todos aquellos procesos industriales que producen cambios físicos, químicos y/o bioquímicos en los materiales.
Según el Instituto Americano de Ingenieros Químicos (AIChE), la Ingeniería Química es la profesión en la cual el conocimiento de la matemática, química y otras ciencias básicas, ganados por el estudio, la experiencia y la práctica, es aplicado con juicio para desarrollar maneras económicas de usar materiales y energía para el beneficio de la humanidad.
La Ingeniería del Medio Ambiente o Ingeniería Ambiental es la parte de la Ingeniería Química que estudia el control de los procesos contaminantes.
Un rasgo específico de la Ingeniería del Medio Ambiente es su ámbito de estudios multidisciplinar, que abarca el conocimiento de diversas disciplinas, teniendo en cuenta sus dimensiones ecológicas, sociales, económicas y tecnológicas, con el objetivo de promover un desarrollo sostenible.
La Ingeniería del Medio Ambiente, también llamada Ingeniería Ambiental, contribuye a mantener la capacidad de sostenimiento del planeta y a garantizar, mediante la conservación y preservación de los recursos naturales, una mejor calidad de vida para la generación actual y para las generaciones futuras. Esta disciplina, en pleno desarrollo, se ha venido consolidando como una necesidad, ya que a las exigencias sociales medioambientales, se ha ido sumando una legislación cada vez más rigurosa. Por esto, es considerada por muchas personas como una profesión de gran futuro.
El ingeniero ambiental debe saber reconocer, interpretar y diagnosticar impactos negativos y positivos ambientales, y en el caso de un impacto negativo, evaluar el nivel del daño ocasionado en el ambiente, proponiendo soluciones integradas de acuerdo a las leyes medioambientales vigentes.
La salud y el bienestar de una población están estrechamente relacionados con la calidad de su medio ambiente, por lo que las personas han aplicado ciertos principios para intentar mejorar esta última. Los romanos construyeron acueductos para prevenir sequías y proveer a la ciudad de Roma de una fuente de agua limpia y saludable y en el siglo XV, Baviera creó leyes para restringir el desarrollo y la degradación de zonas alpinas críticas para el abastecimiento de agua de la región.
La ingeniería ambiental moderna tuvo sus comienzos en Londres a mediados del siglo XIX, cuando se estableció, tras el informe de la “Comisión de los pobres” en el parlamento británico, que una red de alcantarillado adecuada podría reducir la incidencia de enfermedades transmitidas por el agua como el cólera. La paulatina introducción desde entonces de la purificación de agua y del tratamiento de aguas residuales ha transformado a las enfermedades transmitidas por el agua de principales causas de muerte a algo extraño en los países industrializados.
Conforme las sociedades fueron creciendo y desarrollándose, en muchos casos algunas acciones tomadas por ellas para lograr beneficios para toda la sociedad tuvieron un impacto negativo a largo plazo sobre otros aspectos de la calidad de su medio ambiente. Un ejemplo de esto es la aplicación generalizada del DDT para controlar plagas en los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. Mientras que los beneficios agrícolas y sanitarios del insecticida químico resultaron ser excepcionales, ya que las cosechas crecieron enormemente, reduciendo así sustancialmente la incidencia del hambre en el mundo, y la malaria fue controlada más efectivamente que nunca, pero numerosas especies fueron empujadas al borde de la extinción debido al impacto del DDT sobre sus ciclos reproductivos.
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