Estación de control atmosférica |
El principio básico de la política de protección del medio ambiente es el de prevención. Este principio rector de la actuación medioambiental se traduce, en lo que respecta a conservar la calidad del aire, en minimizar las emisiones a la atmósfera de contaminantes. Esto es conocido también como la estrategia de reducción en origen. Se trata de abandonar la actitud tradicional de reaccionar ante los problemas de la contaminación después de que hayan ocurrido y sustituirla por la de prevenir estos problemas y evitar que se produzcan. Las ventajas de este enfoque son muy evidentes y suponen además de un ahorro enorme de recursos, evitar los daños que, en algunos casos, pueden tener carácter irreversible. La adopción de medidas preventivas y el uso racional de los recursos puede hacer compatibles estas dos aspiraciones de la sociedad humana.
Las medidas de prevención de la contaminación atmosférica se basan fundamentalmente en:
1. Un conocimiento científico y técnico correcto y exacto de la contaminación atmosférica desde todos los puntos de vista: sustancias contaminantes, focos emisores, procesos y técnicas industriales y efectos de los contaminantes.
2. Un análisis correcto de las variables económicas que permita un desarrollo adecuado de los factores implicados en los procesos de contaminación atmosférica: industrias, zonas urbanas, etc.
3. Un conocimiento meteorológico exhaustivo, en especial de la capa fronteriza, situada en la troposfera, entre 0 y 100 metros aproximadamente.
4. Una labor de sensibilización ciudadana y educación ambiental dirigida a todos los estamentos sociales: escolares, adultos, técnicos, administradores, empresarios, etc.
5. Una legislación adecuada que regule la problemática ambiental.
6. Una estructura administrativa que coordine todos los aspectos implicados en la gestión del medio ambiente.
Como acciones preventivas de la contaminación atmosférica, se pueden destacar los mapas de vulnerabilidad y capacidad del territorio, la planificación urbanística, los estudios de evaluación de impacto ambiental, las medidas preventivas urbanas y el ahorro energético. También son importantes los sistemas de vigilancia y las medidas derivadas de los principios básicos, como son los estudios económicos y unas estructuras jurídicas y administrativas adecuadas.
La vigilancia de la contaminación atmosférica se lleva a cabo mediante las redes de vigilancia y previsión de la contaminación atmosférica. Una red de vigilancia de la contaminación atmosférica es un conjunto de aparatos de medida de los diferentes contaminantes que proporcionan los datos de los niveles de emisión comunicados con unos centros de análisis y coordinación. La comunicación de la red automática se realiza por vía telemática y la gestión de los datos está totalmente informatizada. Esta red se extiende según las necesidades que se manifiesten en los diferentes puntos o zonas que se encuentren sometidos a algún problema relacionado con la contaminación atmosférica, ya sea de origen industrial, doméstico o proceda del tráfico. El objetivo principal de esta red es vigilar la contaminación atmosférica y mediante los resultados de las medidas que se obtienen, realizar las actuaciones necesarias para solucionar los problemas originados por la contaminación.
Para alcanzar unos niveles de calidad del aire conformes con las exigencias de la calidad de vida de las personas, no es suficiente la actuación de los poderes públicos. Los productores, usuarios y consumidores deben adoptar unas pautas de comportamiento lo más ajustadas posibles a los requerimientos que reclama la protección de un recurso natural tan básico y tan sumamente importante como es el aire.
Cuando las medidas preventivas no se pueden llevar a cabo o su aplicación no es posible desde el punto de vista económico se recurre, para limitar y disminuir la emisión de contaminantes a la atmósfera, a acciones correctivas que pueden ser de dos tipos:
1. Concentrar y retener los contaminantes con equipos adecuados de depuración. Estos equipos de depuración producen residuos sólidos o líquidos que contaminarán los suelos y el agua, si no se planifica un tratamiento adecuado de estos los mismos y, además, con el inconveniente de que estos equipos depuradores consumen recursos naturales y energía.
2. Expulsar los contaminantes por medio de chimeneas suficientemente altas para que la dilución evite concentraciones elevadas a nivel del suelo. Este procedimiento, si bien atenúa los problemas de contaminación desde el punto de vista local, puede producir problemas en lugares alejados de las fuentes de emisión, siendo uno de los ejemplos más palpables la lluvia ácida.
Para conseguir grados de protección ambiental adecuados a costes razonables, el sistema de depuración ha de ser una combinación de estas medidas. En cualquier caso, es necesario, tener en cuenta a la hora de abordar el problema de control de contaminantes dos aspectos principales: los condicionamientos ambientales y las consideraciones económicas.